“-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz soy incorpórea, soy intangible: no puedo amarte:
-¡Oh ven;
ven tú!”
En la Rima XI, dos mujeres están
ofrecidas a Gustavo Adolfo Bécquer pero él no busca a ninguna de ellas. Como dice la cita, busca “un sueño, un
imposible.” Al principio pensé por qué Bécquer no elige la mejor opción. No hay que buscar para la mujer completamente
perfecta. Nadie es perfecto. Pero hay algo metido adentro de la estrofa
que revela una característica humana. Bécquer
no está complacido con lo que puede lograr sino que lo que no puede tener. La raza humana, o por lo menos yo, puede
relacionar con el sentimiento de querer buscar lo ideal que tal vez no exista.
No estamos completamente
satisfechos con algo que tenemos o lo que podemos lograr. Pero tenemos una imagen de lo que queremos y
buscamos esa imagen. De lo que hablamos
en clase, parece que la película Midnight
en Paris es un buen ejemplo, pero no la conozco. Así que otro ejemplo es el hijo pródigo. El hijo pródigo estaba viviendo bien para su
época. Su padre tenía siervos y
campo. Parece que no estaba contento de
lo que tenía o lo que hacía. El hijo
tenía una herencia pero quiso salir de su hogar y gastar toda su herencia, “viviendo
perdidamente.” Estaba buscando la vida que quería e idealizaba pero perdió todo. Por suerte se dio cuenta de los errores en su
pensamiento y volvió a la casa de su padre un hombre mejor.
Si el hijo pródigo tuviera mas
plata capaz lo habría gastado mas buscando la vida que quería. Anoto en mi vida que a veces pongo metas que
no puedo lograr. Me enfoco en lo que
pienso es perfecto pero es un sueño, un imposible. A veces es mejor ser feliz con lo que tenemos. Hay que tener la vista amplia y no enfocarnos
demasiado en que algo sea exactamente como queremos.
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